En Sant Pol de Mar descubrimos un antiguo pueblo de pescadores, de casas blancas y calles estrechas, de calas rocosas y playas bañadas por aguas cristalinas.

Este antiguo pueblo de pescadores ha sabido conservar la identidad de sus calles estrechas con casas blancas y escalonadas que resiguen la forma de las montañas, coronadas por la ermita románica de Sant Pau, que ofrece una excelente panorámica de toda la costa del Maresme. La orografía de sus playas recuerda a la de la cercana Costa Brava, aunque con un clima más suave, ya que la cordillera prelitoral las protege de los vientos del norte. En sus calles lucen magníficos edificios de diferentes estilos arquitectónicos que evocan al pasado de la población ligado al comercio con América y al turismo burgués que, atraído por el paisaje y la proximidad a Barcelona, llegó con la línea de tren de la costa.